Los grandes engaņos de la adolescencia

 

El segundo engaņo: las drogas
 

Por: Lic. José Eduardo Alvarado

Hace poco platicaba con un muchacho de unos 16 años, él venía de la gran capital de nuestro país. Este muchacho había estado inmerso en un problema delicado de drogas, cuando él llegó a platicar conmigo venía con el aspecto que usted ya debe conocer: con sus aretes en las orejas y en otras partes de su cuerpo, incluso en su lengua.

Evidentemente este muchacho venía más que nada, con un marcado sentimiento de culpa y al mismo tiempo con mucho temor. Él me decía: “La verdad es que quiero salir de esto, creo que todavía no he llegado al límite y que este es el momento para decir ‘ya no más’.” Él había estado recluido en una prisión de la capital y durante ese tiempo conoció la tragedia y las situaciones difíciles que viven las personas que han tenido el infortunio de pisar esos lugares.

El segundo gran engaño es el asunto de las drogas y el alcoholismo, que se debe considerar como una droga. Dentro de esas tendencias actuales de nuestra sociedad se ha promovido el desarrollo acelerado de la niñez y la adolescencia y la promoción de conductas que no son adecuadas para su correcto desarrollo. Estas conductas envuelven a nuestros jóvenes y adolescentes y los hacen totalmente diferentes a los jóvenes que apenas hace algunos años todavía nosotros conocíamos.

Los adolescentes actuales son diferentes a los adolescentes de otros tiempos, en cuanto a la rapidez con la que ellos están desarrollando esas tendencias. ¿A qué me refiero? Quisiera tratar de explicarme: los niños pasan más rápidamente de la infancia a querer ser como esas personas que ven en los medios de comunicación y quieren imitarlas.

Este ejemplo, que es característico, en realidad nos marca que los niños, preadolescentes, adolescentes y jóvenes tienden a imitar la conducta de otras personas y los asumen como modelos propios. Definitivamente no son formas o conductas que ellos sean capaces de racionalizar y, en muchos casos, al estar en etapas básicas y formativas del carácter no alcanzan a distinguir lo que es correcto de lo incorrecto, lo que es una fantasía de una realidad.

Hay estudios serios que demuestran que la inmadurez cerebral durante la adolescencia puede ser en gran medida responsable de muchas de las conductas de riesgo. Es, sin embargo, notable que en esta etapa hay una inmadurez cerebral –el adolescente no discierne lo que es correcto de lo incorrecto- y ocurren cambios sustanciales en algunas áreas del cerebro.

Se podría pensar que entonces está perdida la batalla de antemano, pero no es así, lo importante es entenderlo y comprenderlo. Por un lado, hay una inmadurez propia de los adolescentes, porque están en evolución; por otro lado, hay cambios sustanciales que tienen una marcada preferencia por actividades riesgosas o peligrosas.

Esto nos lleva a concluir el porqué a los adolescentes les gusta conducir bajo los efectos del alcohol y además conducir de manera desmedida, altamente riesgosa y peligrosa. Es bueno recordar que la primera causa de muerte entre adolescentes y jóvenes de 14 a 19 años es consecuencia de accidentes automovilísticos. Esos accidentes tuvieron un ingrediente principal: la ingestión de bebidas alcohólicas.

Otras actividades riesgosas que practican los adolescentes en esta etapa es el fumar y el tener relaciones sexuales sin prever las consecuencias. Estas conductas dañinas van a marcar tendencias y conductas que van a afectar durante todo el desarrollo de la persona y durante su vida adulta.

El alcohol, la entrada al mundo de las drogas
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