¿Amas a los niños?

 

Los niños de la guerra
 

Por: Lic. José Eduardo Alvarado

Tal como mencionaba al inicio del programa, al día de hoy todavía hay secuelas impresionantes en muchas de esas personas que eran niños cuando experimentaron aquel holocausto, que experimentaron el ver a sus familiares siendo destrozados delante de sus ojos o situaciones muy difíciles para la conciencia y para lo que un niño puede soportar.

Evidentemente, muchos están padeciendo signos de estrés postraumático. El día de hoy solamente el tratamiento y el amor que se les está prodigando ha sido un elemento importante para que ellos puedan salir adelante.

Aunque uno de los derechos de los niños es que ellos deben gozar de seguridad física, parece que este concepto se entiende sólo en la medida de proporcionarle las inmunizaciones necesarias y otros medios para garantizarle la salud.

Sin embargo, valdría la pena hacer nos unas preguntas. ¿Acaso la seguridad física es solamente esto? ¿No es acaso el salvaguardarlos de situaciones que tienen que ver con su integridad, no solamente física, sino también emocional? ¿No es acaso la guerra una problemática a la que ellos deberían estar ajenos? Y, sin embargo, ellos en muchos países están siendo participantes activos en medio de esos conflictos armados.

Por ejemplo, el caso de Colombia. Estos datos son de una revista que narra historias de los niños de la guerra en aquel país. Este dato dice así: “En Colombia hay 7,000 niños en armas”. Esta frase la pronunció el director de uno de los hogares de niños desvinculados, hogares que atienden a niños que han experimentado situaciones muy difíciles en las guerrillas colombianas, que han quedado sin padres y sin hogar.

El director de uno de estos hogares dice que aunque los datos corresponden a una información del año 2002, un poco después la cifra fue reconsiderada por el entonces director del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar y otras personas que orientan ese programa. Ellos manifestaron que mal contados podría haber 10,000 niños y jóvenes en armas en Colombia.

Es decir, esos 7,000 que se habían considerado en un principio llegaron a una cifra más o menos de 10,000. El director de la revista mencionada entrevistó a algunos niños y jóvenes que habían ingresado a este plan de niños desvinculados.

Las que estuvieron más dispuestas a platicar fueron las niñas, los niños fueron un poco más retraídos. Él menciona que las historias que se narran son dramáticas. Sólo por mencionar alguna, contaré la siguiente:

“A  veces estos niños tienen pesadillas, se les vienen encima los recuerdos. El día anterior a mi visita –dice el director de la revista- a una casa situada en el campo varios niños jugaban fútbol. Una fuerte patada lanzó el balón contra las cuerdas de la luz. Eran las seis de la tarde. Hubo un corto circuito y poco después se escuchó una explosión. Algunos niños salieron corriendo. Otros se tiraron al piso. Unos más se escondieron. Otros tomaron posiciones de defensa.”

Es decir, un evento en el que estaban participando estos menores produjo en ellos un recuerdo de todas aquellas cosas que habían vivido. Otro testimonio breve dice así:

“En la última visita a un hogar para niños desvinculados y a varias casas juveniles, la segunda semana de octubre de 2002, sentí que buena parte de los jóvenes avanzaba en su proceso de formación. Otros aún están un tanto desubicados. Es posible que muchos de ellos salgan adelante. Otros están demasiado afectados por las experiencias que han vivido y su suerte es incierta. Pero casi todos luchan, con apoyo de diverso tipo, por recuperar la infancia perdida y encontrar un camino que les permita salir adelante.

Los procesos de estudio continúan. Los proyectos productivos caminan lentamente y no está claro su futuro. Quedan estos testimonios como historia profunda de la guerra colombiana, y la visualización de este programa como iniciativa en la que han podido integrarse varias entidades, para sacar adelante un proyecto singular y necesario, que ojala no se vea truncado por cambios burocráticos.”

¿Cómo afecta la guerra a los niños?
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