Por: Lic. José Eduardo Alvarado

Sin embargo, si para los mexicanos es tan importante la familia, ¿por qué nuestro país ocupa un lugar tan importante en el índice de divorcios, al lado de países altamente industrializados como Estados Unidos, Inglaterra y Japón?

La respuesta tal vez usted la está encontrando. Por un lado, nuestro país es sumamente sentimental y por el otro, las bases sobre las que se fundan la mayoría de las familias actualmente son muy endebles, son sumamente frágiles.

Esto me recuerda lo que ocurrió en el terremoto que sacudió nuestro país en septiembre de 1985, cuando muchas de las edificaciones que existían en ese tiempo se derrumbaron, se colapsaron, cayeron y fueron devastadas. Sus cimientos no eran tan sólidos como lo requería el movimiento al que fueron expuestos.

Lo mismo ocurre con la familia, es decir, cuando está fundamentada en cimientos no sólidos o con estructuras no adecuadas y ocurre un sacudimiento más o menos fuerte, van a caer.

Entonces, ¿qué es lo que ocurre en nuestro tiempo, que hace que nuestras familias sean tan frágiles? ¿Qué factores inciden para que esto ocurra? ¿Podremos hacer frente a la grieta que amenaza ruina? ¿Tendremos el valor para corregir lo deficiente en nuestras familias? ¿Por qué este proceso de derrumbe moral está siendo cada vez más rápido?

Ante estas interrogantes queremos exponer razones de peso para que cada uno de nosotros, de acuerdo a estos elementos de razón, tenga argumentos suficientes para evaluar en primer lugar el estado actual de su propia familia y después, habiendo aceptado esa realidad, se tomen las decisiones necesarias para salvar -créanme que no es exagerada la palabra- a su familia.

En todo este proceso se requiere la mayor honestidad y valor para llegar a resultados satisfactorios, de esto depende evitar el colapso de nuestra familia y, mas allá, de la sociedad.