Cómo enfrentar el dolor del adulterio
 

Heridas en el cónyuge
 

Por: Dr. Salvador Cárdenas

Hay diversos estudios que se han hecho en países desarrollados en donde el porcentaje de infidelidad es muy alto. Se reporta hasta un 80% de infidelidad conyugal, es decir, que de cada 10 parejas, 8 han sido infieles.

En México no existen cifras pero en algunos sondeos restringidos y con muestras pequeñas, se sugiere que por lo menos 60% de las parejas consideradas estables, han caído en infidelidad conyugal.

Este es un problema ampliamente presente en nuestra sociedad actual y es por eso que nos han llegado muchos e-mails preguntando qué hacer, qué no hacer, cómo reaccionar, cómo manejar un estado depresivo, etc.

El tema de la infidelidad es, para muchos, motivo de chistes y pláticas. Los hombres con sus amigos alardean de lo que han hecho con personas del sexo opuesto y presumen de una “virilidad bastante eficiente.”

Hoy hablaremos de la realidad que provoca la infidelidad tanto en el hombre como en la mujer. En la práctica, la infidelidad es motivo de amarguras, frustraciones, y envenenamiento de la vida familiar. Además de que en muchas ocasiones la vida familiar llega a su fin.

Uno de los primero efectos del adulterio que encontramos en la familia, es una tendencia a la depresión. La persona que quizás nunca ha sido infiel se ve burlada, cuando nunca pensaba que su esposo o esposa le sería infiel y cuando se entera de que es una realidad, ésta persona cae en depresión, se siente sola y defraudada. Esa es una sensación que inmediatamente viene al alma de la persona.

Esto es algo natural pues se supone que un pacto matrimonial tiene como fundamento básico la fidelidad. Ya sea que ese pacto se haya hecho en el contexto religioso o civil, la fidelidad es fundamental. Se supone que el matrimonio y la familia se deben respetar.

Algo que va de la mano con esto es la amargura. La persona burlada se siente resentida, siente aborrecimiento hacia quien se ha burlado de ella. Vienen los rencores y los resentimientos profundos como consecuencia de la infidelidad.

También la persona afectada se siente humillada en su dignidad. Algunas se replantean si realmente valen como hombres o como mujeres. Se preguntan por qué la esposa o esposo buscó sexo fuera del matrimonio. Se sienten menospreciados. Son heridas muy profundas las que causa la infidelidad.

Por un lado, el que comete infidelidad puede presumir, pero la persona afectada recibe heridas profundas ya que este es un acto de traición muy grande.

Al casarse, tanto el hombre como la mujer se comprometieron a ser fieles uno al otro en las buenas, en las malas, en la salud, en la enfermedad, en la pobreza, en la riqueza; pero de repente sucede que esos votos no se cumplen y sucede una gran traición. Se le llama traición aunque la persona que comete el acto no piense que va a traicionar a su esposa sino solamente ve el placer que el acto le va a producir.

Un fruto inmediato cuando la infidelidad sale a la luz es el distanciamiento de la pareja. Si terminan en separación o divorcio, es otra historia; pero de entrada viene un distanciamiento en los cónyuges; es una reacción natural. Es la reacción de aquél que se siente herido, ofendido, humillado y traicionado.

Hay también una pérdida de confianza y armonía en el hogar. Por eso viene ese distanciamiento entre el hombre y la mujer. Evidentemente la continuidad de la familia peligra.

Es por eso que la persona que comete infidelidad, o una de dos: o no ama a su familia y no tiene interés en mantener a su familia, o como dice la palabra de Dios, es falto de entendimiento.

El adulterio debe evitarse a toda costa
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