La Prisión de la Amargura
 

La raíz de la amargura
 

Por: Dr. Sergio H. Canavati Ayub

Vayamos a la raíz.  En esencia, ¿qué es la amargura? Es egoísmo puro.

Desde luego, a nadie nos gusta sufrir, a nadie nos gusta que nos maltraten, y no estoy diciendo tampoco que es fácil pasar por situaciones como las que tu haz vivido, pero cuando no hay un perdón real, sincero, verdadero en nuestras vidas, ¿qué sucede? Nos volvemos muy egoístas, muy centrados en nosotros mismos.

Entonces vivir con amargura en el corazón es puro egoísmo; es un pecado, es desobedecer un mandamiento básico que Dios nos ha dado en Sus Escrituras: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.

Si tú quieres ser perdonado debes aprender a perdonar a los demás, si tú quieres ser aceptado, debes aprender a aceptar a los demás.

En el mundo unos y otros nos lastimamos, sea en la relación familiar, en el matrimonio, en el trabajo, los vecinos, los amigos. Pero si no aprendemos a perdonar, a amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, si no hay en nuestra vida ese deseo sincero de olvidar, pues ¡claro! Nos volvemos cada día más y más egoístas.

¿Quieres pues, ver días buenos en tu vida, quieres amar la vida? Apártate de este gran mal de la amargura. Aparta de ti esa conducta egoísta de no perdonar. Hacer el bien es perdonar.

Yo quisiera aprovechar para leer una porción de las Sagradas Escrituras. 1ª Pedro 3 :10 dice así “Porque: El que quiere amar la vida y ver días buenos, refrene su lengua del mal, y sus labios no hablen engaño”.

¿Quieres amar la vida? ¿Quieres ser libre de esas angustias, de esas opresiones, de esos vacíos, de ese estrés que genera la falta de perdón? ¿Quieres ser libre de ese rencor y ese odio que te mantiene encadenado, de esos recuerdos terribles de lo que sufriste, de lo que te hicieron? ¿Quieres experimentar una real libertad en tu vida? ¿Quieres ver días buenos?

Refrena tu lengua del mal, deja de culpar a otros, deja de buscar defectos en las personas y achacarle a las personas que sufres por causa de ellas. Haz un alto en tu vida, deja de hablar engaño, dice la Escritura.

Versículo 11: “Apártese del mal”, y no hay mal más grande en nuestras vidas que guardar rencor. “Y haga el bien”, no hay bien más grande en nuestras vidas que el perdonar. “Busque la paz, y sígala”.

Realmente si queremos ser felices debemos entender que somos creación de Dios, que no estamos en este mundo por accidente y que tampoco descendemos del chango, sino que Dios nos creó a su imagen y semejanza, que Dios nos hizo criaturas inteligentes con espíritu, alma y cuerpo y nos dio la libertad de escoger amarlo y servirlo.

Pero cuando nosotros no escogemos amarlo y servirlo a El, sino escogemos lo nuestro, entonces se produce en nuestras vidas lo que se conoce como desobediencia a los mandatos de Dios y eso genera muy malos frutos, como por ejemplo: las rupturas en los matrimonios por el abuso del alcohol por parte del hombre, y luego la esposa acumula rencor y odio.

¿Por qué muchas personas no ven días buenos? ¿Por qué muchas personas no aman la vida? Porque nosotros somos los arquitectos de nuestro propio destino, nosotros decidimos si vamos a ser o no felices.

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