Adolescentes en llamas III - Una especie que está en extinción

Brindemos un hogar feliz a nuestros hijos

Por: Dr. Sergio H. Canavati Ayub

El exceso de ocupación y el aislamiento familiar no son problemas nuevos. La mayoría de las madres en las décadas de los 50’s y de los 60’s, les daban prioridad a sus familias sin importarles el costo, por eso la mayoría de ellas se quedaban en casa para cuidar todo el tiempo de sus hijos.

También actuaban como administradoras del hogar, manteniendo todo limpio y en orden, pero hoy encontramos que muchas mujeres casadas trabajan y no tienen tiempo para estar con sus hijos, ni para conversar con ellos.

Qué necesarias son las madres para el desarrollo saludable de los hijos. Cuando ellos están solos en casa se crían a sí mismos, o los cría la violencia, el sexo del televisor, o el amigo marihuano de la esquina, quizás el tío abusador sexual.

Cuántas otras situaciones adversas vendrán sobre tus hijos porque no hay quien pueda pasar tiempo con ellos.

Se ha encontrado que el 68% de 3 mil madres dijeron que estarían dispuestas a abandonar sus empleos si pudieran pasar más tiempo con sus hijos.

Estas mujeres sinceramente aspiran a la vida doméstica. Cuánto aspiran a estar en su hogar no para evadirse del trabajo de la oficina, sino para estar con sus hijos.

No podemos dejar de mencionar la importancia de las Sagradas Escrituras para dar esperanza real a la familia, ya que en ella se encuentran los consejos del Dios vivo y verdadero. Nos dice así el Salmo 127:

“Si Jehová no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican; si Jehová no guardare la ciudad, en vano vela la guardia. Por demás es que os levantéis de madrugada, y vayáis tarde a reposar, y que comáis pan de dolores; pues que a su amado dará Dios el sueño.

He aquí, herencia de Dios son los hijos; cosa de estima el fruto del vientre. Bienaventurado el hombre que llenó su aljaba de ellos; no será avergonzado cuando hablare con los enemigos en la puerta.

Como saetas en mano del valiente, así son los hijos habidos en la juventud”.

Lo anterior significa que cuando un hogar está fundado en Dios y los padres de familia reconocen su inmensa necesidad de aprender a conducir a sus hijos desde la edad temprana, les formarán hábitos y aprenderán a obedecer a sus superiores, a amar y respetar, conociendo valores que les prevengan de caer en las drogas, en el sexo promiscuo y demás.

Dios es constructor de hogares fructíferos; es Dios el autor de los matrimonios felices. Él es el autor de la vida, y es quien tiene la respuesta para miles de personas que hoy en día ven a sus hijos ir por un mal camino, sin poder enfrentar los retos de la vida que los quieren consumir y destruir.

Recordemos este Salmo: sin Dios es vano que trabajemos para tratar de edificar nuestro hogar. Sin Dios es imposible proteger a la familia. Será vano todo esfuerzo que hagamos por nosotros mismos.

El valor que tienen nuestros hijos
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