Nacidos para perder I – Triunfadores en potencia nacieron para perder

La disciplina: El límite que forma

Por: Dr. Sergio H. Canavati Ayub

Los jóvenes se sublevan cuando no entienden el por qué de las cosas. Una de las luchas de la adolescencia es sublevarse a la autoridad.

Sin embargo cuando el padre sabe poner disciplina en casa y decir cuáles son las horas en que se debe llegar, la hora de levantarse, la actitud que se quiere que tenga el muchacho hacia sus hermanos, los premios que obtiene cuando obedece, los castigos que obtiene cuando desobedece; cuando hay eso, los hijos no se sublevan porque entienden que la disciplina, los límites y la autoridad son buenos.

A los jóvenes les gusta que les pongan límites claros, pero si los límites se quieren poner ya cuando son jóvenes grandes, y desde chicos no se trabajó con ellos, no se les formó el carácter de obediencia, se descuidó todo esto en el niño y simplemente de grande o de joven se trata de implementar esto, va a ser un fracaso total, eso es seguro.

Poner límites quiere decir: “Esto puedes hacer, esto no puedes hacer” y tú se los explicas y lo discutes con tus hijos; para ellos es muy agradable, muy emocionante y podrán hacerte preguntas: ¿Y por qué no puedo hacer esto, a ver? ¿Y por qué no puedo hacer aquello? ¿Por qué me dices esto? Tú entonces le respondes y ya no estás imponiendo una autoridad anárquica, terrible, temerosa, sino que realmente estás ayudando a tus hijos a que salgan adelante y razonen por qué estas cosas son buenas y por qué aquéllas no lo son.

El amor de un padre se observa cuando sabe controlar la conducta de su hijo diciéndole: “Esto que estás haciendo está mal”, “no me gusta que comas así”, “quiero que te acuestes temprano, nada de estar viendo hasta las 12 de la noche la televisión cuando tienes tareas o exámenes al día siguiente, vas a llegar desvelado a clases”, etc.

Poner límites y disciplina es control de conducta; muy distinto a control psicológico, en el cual hay terror en casa hacia el padre.

Los padres que ejercen control psicológico sobre sus hijos provocan en ellos mucha amargura, se reprimen. “No hagas esto porque no me da la gana -dice el papá- y cállate la boca”. No les dan explicaciones y por ello van a la delincuencia pues tienen conductas difíciles de controlar.

Qué importante es que los padres sean amorosos con sus hijos, que puedan realmente criarlos ayudándoles en esa jornada turbulenta de la adolescencia, a tomar decisiones, a controlar sus emociones, instruirlos con valores reales, con la palabra de Dios, con el ejemplo, con el amor. Los que viven así serán triunfadores, no nacieron para perder.

Pero qué con aquellos jovencitos que no tuvieron padres que los criaron en la disciplina, en el amor del Señor, que provocaron a ira a sus hijos y no supieron proveerles de afecto... nacieron para perder.

Hoy te pregunto: ¿Tus hijos nacieron para ser triunfadores o nacieron para perder? Depende de ti la respuesta.

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