Por: Dr. Sergio H. Canavati Ayub

En el programa anterior hablamos acerca de las situaciones difíciles por las que muchos atravesamos alguna vez o permanecemos en ella largo tiempo. Vimos el ejemplo de una joven que durante muchos años amó a su padre, lo honró, lo respetó y lo veía como su protector y proveedor; pero de pronto, aquel hombre se convirtió en su agresor a través de la violencia física y del abuso sexual.

Esta joven se quedó en un estado de shock y trauma al perder lo que más estimaba en su vida; a su propio padre. Perdió la imagen del hombre que cuidaba de ella, vio a un monstruo y vivió una pesadilla diariamente. Durante muchos años, esa joven sepultó su dolor voluntariamente, guardando silencio, sin buscar ayuda; esto hizo que esa fosa profunda fuera haciéndose más grande en su alma, guardando más dolor y sufrimiento, acumulando recuerdos y viviendo el pasado como si hubiera sucedido hoy, siendo afectada emocionalmente.

Muchos años después, pudo abrir su corazón con alguien que la entendió; encontró alivio tan sólo al hablar, encontró consejo y dirección; y salió adelante.

Muchas personas viven situaciones súbitas e inesperadas de dolor; un accidente de auto, la muerte de un ser querido, el diagnóstico de una enfermedad incurablemente en ti o en un ser querido, un problema severo económico, problemas con algún familiar, una relación rota, un matrimonio destruido por el adulterio, en fin.

Son situaciones insufribles e insoportables, que no podemos llevar en nuestras propias fuerzas, que no podemos manejar nosotros solos, pues generan angustia, ansiedad, sentimientos que se entorpecen y dañan, trastornan nuestra paz, nos impiden razonar y pensar correctamente sobre los asuntos más sencillos de la vida.