Por: Ing. Gilberto Sánchez

Hemos visto que la familia está en peligro. Con las estadísticas que expuse, podemos concluir que hay diferentes situaciones que están atacando ferozmente a la familia: la inmoralidad sexual, las adicciones, la rebeldía, la violencia, la falta de padres, la delincuencia y toda la falta de valores.

Si observamos nuestra sociedad, podemos entender algo: nuestra sociedad tiene problemas serios cuya raíz está en el seno familiar.

Cuando encuentro padres de familia que están dispuestos a hacer el bien a sus familias, siento un gusto enorme; porque siempre que una persona quiere hacer algo bueno por su familia, realmente está haciendo algo bueno por la sociedad.

¿Quiere usted hacer algo bueno por su país? Atienda con amor a su cónyuge, eduque a sus hijos. De verdad, no caigamos en el misticismo, las cosas no se dan solas, es necesario trabajar.

La vida en familia es el estado ideal para el pleno desarrollo de las personas, es donde mejor nos desarrollamos. Que los hijos crezcan con papá y mamá, con quienes los engendraron, es lo más sano.

Qué satisfacción y honor para un hijo, que pueda decir: “Sé que mis padres están conmigo, yo soy de ellos y ellos son míos. Podemos hablar, podemos tener armonía, podemos tener todo lo necesario, puedo confiar en papá…”.

Siendo honestos, le puedo asegurar que, todo esto que estamos viviendo actualmente -me refiero a la crisis moral mundial que he venido mencionando- no era el propósito de la humanidad. Y no le voy a hablar de religión pues -independientemente de si usted cree o no en Dios- yo puedo leer en las Sagradas Escrituras que Dios, no creó este maravilloso mundo para que nos estemos matando unos a otros.

Tan solo apelo a contemplar la creación, usted vea un atardecer. Dios hizo un mundo hermoso para que el hombre lo disfrutara, para que seamos felices; y nos dio una familia, precisamente para que en esa familia aprendamos a transmitir ese amor, ese gozo, esa plenitud de vida, y que pudiéramos conocer a Dios, y transmitir ese conocimiento a nuestros hijos.

No creo que Dios haya  planeado que el mundo fuera así como lo vemos hoy: lleno de muerte, odio, inmoralidad sexual, y desintegración familiar.