La Unidad Familiar

El líder que ama, genera unidad

Por: Ing. Gilberto Sánchez

Recuerdo que hace muchos años leí la historia de George Washington, el primer presidente de los Estados Unidos de Norteamérica quien, cuando estaba en una batalla, fue a vivir a un lugar dedicado a entrenar al ejército. Él no se fue a su casa, la cual tenía todas las comodidades; este hombre decidió no marcharse del campo de batalla, hasta que no se cercioró que el último de sus soldados tuviera su casa terminada y construida. Y esa actitud, ¿qué trajo sobre su tropa? Unidad. Porque sus soldados vieron que su General estaba junto con ellos, que era empático con ellos.

George Washington no estaba disfrutando de grandes comidas, durmiendo en una cama caliente mientras afuera estaba nevando, y sus soldados estaban sufriendo frío. No, él dijo: “yo no me voy, hasta que todas las casas estén terminadas y ellos tengan un lugar digno para descansar. Yo seguiré junto a ellos”.

Eso trajo unidad, confiaron en él. Seguramente su tropa pensaba: “él está con nosotros, él nos entiende, él nos ayuda, no estamos solos ni nos va a abandonar…” No fue un ser indiferente, lejano, que vivía “en su mundo”. Qué importante es que como papá tengas esa actitud de estar unido con tus hijos, con tu esposa, eso trae unidad.

Mencionaré a continuación DIEZ ELEMENTOS INDISPENSABLES PARA MANTENER FUERTE UNA FAMILIA:

1.- AMOR           
Este es el elemento básico. Hoy en día las familias fracasan por una razón: no tienen  amor, y quiero explicar qué quiero decir con esto. Estoy seguro que si yo le pregunto ¿Ama a sus hijos? Usted me va a decir probablemente: “claro que sí, yo amo a mis hijos. Viera qué hermoso siento por ellos, cuando los veo me lleno de gozo, se me salen hasta las lágrimas, yo los abrazo, los beso, viera cómo los extraño cuando no estoy con ellos…” y es muy bueno que usted pueda demostrar sus sentimientos de esa manera, pero el amor es mucho más que un “amor sentimental”, por así decirlo. Existe el amor verdadero que es completamente práctico; es un amor sufrido, negado, con el cual los padres se niegan aun a cosas lícitas para ellos, con tal de ayudar a sus hijos.

Por ejemplo, cuando el padre cansado, llega a la casa y quiere llegar a descansar, a acostarse en el sillón a ver la televisión, pero su hijo tiene una necesidad: ese día, lo golpearon en la escuela y se siente mal, quiere llorar y necesita consuelo. Si el padre dice: “Tele NO, descanso NO, mi hijo tiene una necesidad. Aunque estoy agotado y rendido de fatiga, hago a un lado la fatiga y me voy con mi hijo, y lo atiendo. Lo escucho, lo consuelo y aun mañana en el trabajo, pido permiso de faltar hasta que se arregle el problema de mi hijo.” Y más tarde el padre se dirige a la escuela y pregunta “¿qué pasó? ¿Por qué lo golpearon? ¿Se portó mal mi hijo?” Eso es realmente el amor verdadero, es un amor que no tiene que ver con sentimientos y emociones, sino con HECHOS.

El padre que constantemente está llevando la comida, muestra amor a los de su casa, pues alguien que no provee para los suyos, está actuando mal.

Hace mucho tiempo escuché a un hombre que hablaba de sus hijos, y lloraba mientras platicaba. Era un alcohólico que jamás dejó su vino para poder comprarle unos zapatos a sus hijos. Eso por ejemplo, no es amor. Todo lo que él tenía era solamente un sentimiento, porque el verdadero amor suple las cosas. Quien ama no golpea a su esposa, quien ama no insulta, el que ama no humilla a su mujer, sino que ama y atiende a sus hijos, el que ama los educa, los forma, les instruye.

La mujer que ama, respeta  a su marido, no lo sobaja, no habla mal de él, lo atiende, cría a sus hijos, no habla mal de su esposo delante de ellos. Este es el verdadero amor: el que realiza todas las acciones necesarias y tendientes a buscar el bien mayor de los demás, sin esperar nada a cambio. Ese es un verdadero amor, es un amor de compromiso.

Por eso los matrimonios se derrumban cuando no existe este amor de compromiso, porque al primer problema se echan para atrás. Esto habla de un gran egoísmo y de una falta de amor muy grande, al no querer ver la necesidad de aquellos con quienes usted ya ha adquirido un compromiso.

Recordemos la regla de la vida que citó el apóstol Pablo:

“Todo lo que el hombre sembrare, eso también segará”
                                                          Gálatas 6:9b

Entonces, ¿Quieres que tus hijos te quieran? Ámalos, demuéstrales amor. Este amor del que estamos hablando, de compromiso, hechos y responsabilidad; no un amor malentendido, que lo solapa todo y le da todo lo que quiere, tampoco se trata de eso. Se trata de darles lo que necesitan, lo que es para su edificación.

Armonía: elemento indispensable en el ambiente familiar
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