La Comunicación en la Familia
 

Palabras que lastiman
 

Por: Ing. Gilberto Sánchez

En alguna ocasión una persona empleó una ilustración de una tabla en que se clavaban los clavos y entonces dice “quita ahora los clavos” y al quitar los clavos, quedaban los agujeros y decía, mira, esa tabla es como una vida, y esos clavos son los insultos, los agravios, las palabras hirientes que ha recibido esa persona.

Con esto quiero decir que a lo mejor usted hoy puede decidirse a quitar las palabras hirientes de su vocabulario, pero antes es bueno que observe el daño que causaron esas palabras mientras las estuvo hablando a sus hijos y a su cónyuge. Observe el dolor que se genera, y la profundidad de las heridas.

Observe cómo la tabla ya no es igual, cómo quedó dañada, cómo quedó perforada. Qué importante es cuidar que no se dé ese golpe con el clavo para que nuestros hijos no queden dañados.

Es muy importante entender que hay palabras más duras que los golpes, parecen como golpes de espada que causan más dolor realmente, que dañan más el alma de nuestros hijos que muchos golpes en el cuerpo.

Es muy importante entender a nuestros hijos y que hay palabras de nuestra parte que los lastiman profundamente. Continúa Sixto Porras:

Lastimamos a nuestros hijos (as):

-Proporcionando un ambiente familiar lleno de pleitos, gritos y alcoholismo.
-Agrediendo física, verbal y psicológica.
-No dedicando tiempo para hablar con ellos y desatendiendo sus necesidades e intereses.
-Haciéndole promesas que nunca se cumplen.
-Sobornándolo con comprarle cosas con tal de que saque buenas calificaciones.

Recuerdos positivos

También he escuchado la expresión de hijos que en sus hogares han sido estimulados. Ellos se expresan así:

-“Mis padres toman tiempo para escucharme. Me agrada cuando me abrazan y me permiten explicar mi punto de vista”.
-“Cuando discuten, cuidan su tono de voz.”
-“Saben admitir cuando se equivocan y suelen decir: “lo siento”. Muchas veces conversamos como familia.”
-“Siento que mis padres me aman cuando se aman entre ellos. Suelen decirnos los rasgos buenos de nuestro carácter y de nuestra manera de ser”.
-“Son amigos de nuestros amigos. Me ayudan a pensar cuando debo tomar decisiones. Me hablan abiertamente acerca de mi sexualidad y me han ayudado a establecer límites al respecto”.
-“Mis padres nos piden la opinión acerca de las decisiones familiares. Mi padre tiene un gran sentido del humor, pero nunca nos utiliza como blanco de sus bromas. Mis padres siempre me dicen que yo soy un buen amigo.”
-“Solemos tener reuniones de familia donde hablamos de nuestras metas y planes. Mamá y papá suelen dejarme notas donde dicen que me aman y que valgo mucho para ellos.”
-“Siempre se aseguran que yo sepa por qué me están disciplinando. Mis padres han sido buen ejemplo para mí. Nunca se muestran como si fueran perfectos y saben identificarse con nosotros. Me hacen sentir que mi opinión es importante”.
-“Nunca me comparan. Mis padres siempre dicen algo positivo de mí, aun en mi ausencia”.
-“Mis padres dejaron de usar un sobrenombre que realmente me hería”.
-“Me gusta cuando me dicen TE AMO, me hace sentir seguro”.

Las palabras positivas producen aceptación, valor, desarrollan confianza, elevan la estima, forjan el carácter y marcan un destino.

Los padres favorecen la comunicación con el niño (a):

-Cuando demuestran que entienden y aceptan sus sentimientos.
-Cuando se muestran abiertos para que el niño pueda expresar libremente sus pensamientos y sentimientos.
-Controlando su enojo e ira ante las faltas cometidas por el niño, haciéndole ver de forma tranquila que su comportamiento es inadecuado.
-Cuando los padres mantienen el contacto físico tal como cariño, abrazos, besos, mientras dialogan con el niño.
-Cuando se toman el tiempo necesario para el niño sin interrupciones.
-Cuando se evita censurar, juzgar o culpabilizar al niño por su conducta.

Lo que se dice al levantarse, en la mesa, por el camino, en el diario vivir, son las palabras más importantes y las que siempre se recuerdan. El lenguaje que tiene mayor efecto positivo es el de los gestos; el abrazo, el beso, las caricias, la aceptación, la sonrisa, todo aquello que dice: “te amo, “te acepto”, “vales mucho”, “lo vas a lograr”.

En este sentido, y tomando como herramienta el que a los infantes les encantan los cuentos buenos, y estos ofrecen una forma segura de acercarse a ciertos temas, preocupaciones, y problemas, muchos especialistas trabajan con niños utilizando historias y cuentos para ayudarlos a reconocer sentimientos que prefieren evadir.

Los padres establecen un contacto emocional fuerte cuando toman el tiempo para leer historias a sus hijos.

Los cuentos les permiten a los niños expresar sus sentimientos, hacer preguntas, hablar de sus temores y estimula la imaginación. Porque al escuchar la historia se identifica y esto facilita un contacto emocional fuerte. Es una forma de facilitar el camino para que luche con sus sentimientos. Recuerde que, como con cualquier buen cuento, nunca es suficiente leerlo una sola vez. La repetición es un gran recordatorio de las lecciones que contiene el cuento o la historia.

Cada niño es distinto. Hay niños que enfrentan sus emociones con facilidad, a otros les es difícil reconocerlas, por eso, permita que se expresen con libertad. Facilite que se identifiquen con los personajes, que hagan preguntas sobre los héroes del libro. Otros niños se sentirán bien solo con escuchar y observar todo. Siempre intente hacerles hablar sobre el tema. Usted sabrá qué es lo que más necesitan sus hijos (as).

Construya imágenes mentales fuertes en sus hijos. Que se sepan aceptados, admirados, amados y respetados. Escuche a sus hijos, tome tiempo para dialogar con ellos, porque se ha demostrado que más del 90% de la comunicación es para dar órdenes y regañar. Escuchar hace sentir importante y amada a la persona que está con nosotros.

Agradecemos a la organización ENFOQUE A LA FAMILIA, por permitirnos compartir esta valiosa información con nuestro auditorio.

Aprendamos a comunicarnos
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