Conociendo el gran valor de la Gratitud
 

Que los niņos aprendan a ser agradecidos
 

Por: Ing. Gilberto Sánchez

Aprendamos a enseñar este valor a nuestros hijos, la gratitud. Los niños tienen que aprender a ser agradecidos, a dar las gracias. Alguien nos comentó que ha enseñado a sus hijos a dar gracias por la comida, bien, empecemos por ahí. Desde el momento que una persona tiene el plato de comida y puede comer, es un motivo para darle gracias a papá, a mamá, a Dios, a todos los que intervinieron para que tuviera ese plato de comida.

Hay millones de niños en el mundo que no tienen qué comer, no tienen un pan que llevarse a la boca, y el hecho de que usted sí tenga un plato, es invaluable; simplemente pásese usted unos días sin comer y va a ver qué situación tan terrible, empiezan dolores espantosos que alteran toda la vida de la persona. Enseñemos a nuestros hijos a dar gracias por su plato de comida.

Que aprendan la Gratitud, es un valor importantísimo y claro, que lo aprendan de sus padres, como siempre lo enfatizamos, el buen ejemplo de los padres es muy positivo. ¿Es usted una persona que da las gracias? A su esposa, ¿le da las gracias porque estuvo sabrosa la comida, le valora eso? Recuerda el esfuerzo que tu hijo  hizo en portarse bien en una fiesta o en una reunión especial… ¿Le diste las gracias por ello? “Gracias hijo, te portaste bien, te lo agradezco mucho, fuiste un buen ejemplo para tus hermanitos, te voy a dar un premio…” ¿Usted da las gracias continuamente a sus familiares? ¿Realmente aprecia lo que ellos hacen?

La mejor manera es enseñar con el ejemplo. Entendamos algo, como padres de familia, como autoridad en la casa, podemos caer en el error de decir, “yo soy el que manda”, “yo soy el que pide y los demás deben obedecer”.

Pero ellos no son esclavos y usted no es un capataz, finalmente son sus hijos, es su esposa o su esposo, y en este caso, aun cuando al darse una instrucción y ellos la cumplan de una manera correcta, es motivo para darles las gracias por esa buena actitud que manifestaron.

Porque no estamos hablando de gente a la cual usted no conoce, es su propia gente, es su propia familia, aprendamos entonces a darles las gracias “gracias hijo porque me ayudaste, lo hiciste correctamente, me ayudaste mucho…”, etc. Eso hace que los hijos fortalezcan su autoestima.

Asimismo, cuando los niños saben dar las gracias a las personas, aprenden que los demás tienen un gran valor, y tienen una dignidad la cual deben respetar; y que cuando alguien nos sirve, es motivo suficiente para darle las gracias.

Ustedes papá y mamá, tienen responsabilidades enormes, y una de ellas muy grande, es precisamente saber dirigir a su familia, a sus hijos. Ustedes deben ser un ejemplo a seguir y deben ser líderes, unos líderes que tengan gratitud y que sepan vivir transmitir con palabras y hechos ese valor a sus hijos.

Quisiera retomar las palabras del Prof. Humberto Ayup cuando habló sobre la necesidad del padre:

“El hombre es llamado a ser líder en el hogar, a gobernar y dirigir, pero no en una forma autoritaria, sino mediante el servicio ganarse el aprecio de su esposa y de sus hijos, los cuales fácilmente se someterán a sus direcciones y guianzas, por el ejemplo y el amor.”

El ejemplo es sumamente importante. Cuánta gente quiere mandar y dominar a otros, y en el mundo eso es lo que sucede: el más fuerte somete a los demás, pero eso es un sometimiento resultado del terror, debido a una dictadura, debido a la destrucción de los más débiles, y es una obediencia que no es genuina, es una obediencia basada en el temor.

La verdadera obediencia, la que brota naturalmente del corazón que ama, es aquella en la cual no hay presiones, pues se ha fomentado a través del ejemplo del líder, a través del servicio que éste ha brindado.

Cuando se les sirve a las personas, cuando se ve por sus intereses, por sus necesidades, las personas entienden algo: “esta persona me ama, esta persona me valora, esta persona me quiere, ¿cómo no la voy a obedecer? ¿Cómo no le voy a decir que sí a la instrucción que me está dando, cuando sé que lo hace para cuidarme pues siempre me ha demostrado que me ama y que le importo?”

¿Quiere entonces usted que en casa lo amen, lo sirvan, y que sean agradecidos con usted? Amelos usted primero; sírvalos, escúchelos, juegue con ellos, gánese a sus hijos, gánese a su cónyuge.

Agradecemos lo que apreciamos
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