Los daños de la violencia intrafamiliar
 

A dónde hemos llegado como sociedad
 

Por: Dr. Sergio H. Canavati Ayub

Ahora sí, el desempleo se está volviendo más agudo en nuestros países de América Latina, por ejemplo, la falta de oportunidades para estudiar, la falta de oportunidades para que los jóvenes encuentren trabajos que puedan suplirles económicamente sus necesidades.

Es triste decirlo pero muchos de nuestros jóvenes en América Latina no tienen oportunidad de conseguir buenos trabajos, sus trabajos son mediocres, mal pagados, sus estudios son mediocres, los maestros no tienen la motivación para enseñar que existían en años anteriores, porque reclaman que hay un bajo salario, etcétera, cosa en la cual nosotros no influimos ni nos interesa entrar en esta cuestión de debates.

Es importante saber que hemos llegado a una parte cumbre, a una cima alta donde si nos movemos para un lado, para la derecha o para la izquierda, o para atrás o para adelante nos vamos a caer, y muchos de nosotros nos preguntamos ¿Cómo le vamos hacer para descender de esta cima sin peligro, sin matarnos, sin que suframos algún daño?

La inseguridad que se siente en muchos de nuestros países en América Latina pues nos hace ver que estamos viviendo tiempos demasiado peligrosos  que no experimentamos aquellas antiguas generaciones.

Nosotros tuvimos la oportunidad pues de disfrutar  y gozar tiempos de paz, de calma, por así decirlo, donde podríamos ir a nuestras escuelas a cualquier hora del día y regresar, sabiendo que íbamos a regresar vivos, donde podríamos encontrar la oportunidad de un buen trabajo.

¿Por qué? Pues como doctores, o dentistas, obreros, constructores, carpinteros, albañiles, agricultores, había demanda, había buenas tierras, había buen cultivo, había buen producto y la gente demandaba ese producto y lo pagaba. Había cierta prosperidad y vivíamos medianamente en paz y tranquilos y ahí la íbamos haciendo.

Pero hoy en día todo ha cambiado súbitamente, estas cosas que para nosotros antes eran una forma de vivir tranquila y en paz  y que le platicamos a nuestros hijos y se quedan con la boca abierta. Yo mismo me quedaba con la boca abierta cuando escuchaba a mis padres siendo yo un joven adolescente en la mesa, platicar acerca de aquellos buenos años y de bonanza que habían vivido ellos también y yo decía bueno ¿será verdad?

No lo sé, yo creo que sí, etcétera, y luego vinieron mis años más o menos soportables para muchos de nosotros.

Pero el día de hoy las cosas han cambiado dramáticamente, y ya no hablemos de guerras o cuestiones de esas, porque no terminaríamos. Estamos hablando de situaciones de la vida diaria con las cuales nos enfrentamos, pagar la renta, pagar la propiedad, pagar la factura del auto, pagar los estudios de nuestros hijos, pagar la salud de nuestros hijos y si en algunos países de América Latina se cuenta con estos servicios gratuitamente, ¡qué bueno! Pero en otros no.

Mencionamos la semana pasada en nuestro estudio sobre “La salud mental en niños y adolecentes” precisamente cómo se ve atentada por medio de la desintegración familiar. Hablábamos acerca de que la migración de muchos padres que abandonan a sus hijos en la búsqueda de un mejor trabajo en otros países y estos hijos se encuentran solos, desamparados, recurren a un, bueno vamos a llamarlo “anestésico”  que les haga olvidar sus problemas, sea el alcohol, sean las drogas, cualquier cosa ¿verdad?

Y esto finalmente los lleva a una soledad que les trae trastornos como ansiedad, estrés, depresión y otros problemas de carácter psicológico, bajo rendimiento escolar, abandono de la escuela, desorientación.

Yo recuerdo que antes teníamos como una materia básica en las escuelas, bueno no en todas, lo que se llamaba orientación vocacional, orientación juvenil, donde los jóvenes desorientados como yo éramos orientados hacia ciertas pautas  de la vida y se nos animaba “mira lo que hace un dentista, mira lo que hace un agricultor, mira si tú  produces peces si tú tienes una granja de camarón o de bagre, mira si te gusta el campo y siembras el campo y siembras hortalizas, mira tú puedes llegar a ser un doctor o si quieres un ingeniero” bueno ponle nombre a la profesión, oficio, etcétera.

Se nos daba un panorama, se nos daba una esperanza. Nuestros padres antiguamente por lo general eran responsables llevaban su provisión a la casa generalmente y gozábamos de tiempos mejores no había tanto tráfico, no habían tantos medios de comunicación bombardeándonos noche y día, no había ruido en las calles, los parques eran lugares para descanso, para ir con nuestras familias.

Hoy en día son espectáculos tan feos que vemos en los parques públicos, gente drogándose, haciendo el amor públicamente, a nuestros hijos tenemos hasta temor de llevarlos a los lugares conocidos como parques de recreación porque se han convertido en todo menos en recreación.

Tratamos de escapar de nuestras vidas al mar, a los ríos, a los bosques, a los montes, y muchos de nosotros ahí encontramos nuestro momento a solas, nuestro momento de esparcimiento, nuestra recreación porque ya no se puede en la ciudad y muchos pueblos pequeños se han convertido en pequeñas ciudades llenas de cantinas, bares, discotecas, tráfico de drogas, vandalismo, pandillerismo.

En cada esquina hay un peligro nuevo, en cada paso que damos se siente la incertidumbre, ¿voy a vivir mañana? ¿Ahora sigo yo? ¿Ahora me toca a mí? ¿Yo seré la siguiente víctima? ¿Mi hijo regresará a casa vivo hoy? ¿Podrá llegar desde la escuela sin problemas? ¿O aquella fiesta que acudió no le causará problemas?

En fin, vivimos con tanto asolamiento y angustia y además pues las noticias, los diarios están llenos de malas noticias ¡qué podemos decir de los noticieros en la televisión! el 80% son amarillistas para atraer la atención del público. ¡Qué podemos decir también de la escasez de afecto entre nosotros como seres humanos! Ya sea con el vecino, con la viejita que está enferma le llevo su caldo, no ya no existe eso, ¡qué va!, “que se muera” dice alguien por ahí ¿verdad? Bastantes problemas tengo.

La falta de comunicación, una causa de la desintegración...
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