Lo que debe formar un padre en sus hijo III Parte: El dominio propio (en sus posesiones y en su lengua)
 

El dominio en su lengua
 

Por: Lic. Eduardo Alvarado

Otro aspecto igual de importante que debemos formar los padres en los hijos,  que también tiene que ver con el dominio propio, es el control de su lengua, es decir, enseñarles a que tengan control en sus palabras.

Se habla mucho en nuestros días acerca de la contaminación. Es un tema que abarca  todas las esferas, inclusive al grado de llevar a cabo reuniones internacionales para hablar acerca de las consecuencias de la contaminación. Sin embargo hay algo que contamina profundamente y que acarrea graves consecuencias, no sobre el medio ambiente, sino sobre las personas: las palabras.

Frecuentemente escuchamos acerca de situaciones familiares que se generan por las palabras mal dichas o por palabras que diciéndose en un contexto de crisis, afectan en ocasiones más que el mismo maltrato físico. Muchas situaciones familiares se vuelven irreconciliables por la facultad que tiene las palabras que se expresan y que tienen el potencial de destruir.

Me gustaría citar un pasaje de la Escritura del libro de Santiago 3:2 “Porque todos ofendemos muchas veces. Si alguno no ofende en palabra, éste es varón perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo”.

Este pasaje dice que aquella persona que no ofende en palabra, es una persona que puede refrenar todas sus acciones que le pueden llevar a cometer hechos sumamente graves.  Y es que muchos de los hechos de, inclusive homicidios, van precedidos de las palabras que hieren y que dados los contextos actuales de violencia en los que vivimos, hacen que las personas  procedan a actuar de manera igualmente violenta; todo por las palabras que se expresaron, y que afectan el alma de las personas que las escuchan.

Y es que las palabras tienen vida propia, tal vez porque proceden del interior de las personas que las expresan, provienen del alma, de la voluntad, de lo que abunda en el corazón, por eso mismo, una vez que se expresan, como que quedan en el ambiente mucho tiempo, como si no pudieran ya borrarse.

En todo esto que venimos hablando, lo que deseamos trasmitir es un énfasis en la necesidad de que como padres continuamente recordemos a nuestros hijos el cuidado de su hablar, y la forma de sus expresiones.

Quisiera invitarle a que realizara una práctica en casa. Consiga una grabadora pequeña, pero que pueda captar las conversaciones. Póngala en un lugar oculto en su casa, preferentemente a la hora en la que la familia lleve a cabo alguna actividad en conjunto, (pudiera ser la hora de la comida). Después que termine, escuche usted el contenido. Créame que probablemente se lleve una sorpresa. Tal vez, ni siquiera usted mismo se reconozca en algunas de las expresiones que haya usado.

Esta práctica podría ser una base, que sirva para empezar a corregir uno de los más grandes problemas que tenemos los seres humanos. Cuidar nuestras expresiones verbales. Se dará usted cuenta que en la mayor parte de lo que expresamos, no hay palabras que puedan ayudar para construir una buena comunicación familiar. Escúchela con su familia, ellos mismos probablemente se reirán, pero algunos otros, se avergonzarán de lo dicho.

Reflexionemos en el propósito de nuestras palabras
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