Lo que debe formar un padre en sus hijo III Parte: El dominio propio (en sus posesiones y en su lengua)
 

Cómo ayudar a nuestros hijos
 

Por: Lic. Eduardo Alvarado

Mencionaré a continuación algunas recomendaciones prácticas que pueden ayudar para trasmitir esta virtud de no criticar, a nuestros hijos.

a) Lo primero será aprender a distinguir entre las personas y su comportamiento.

Es común que partiendo del hecho de lo que las personas hacen, juzguemos que son conforme a lo que hicieron. Me refiero a que en ocasiones si por ejemplo, una persona habla mucho en algún lugar, nos atrevamos a decir que esa persona es “un bocón”. La manera correcta de decir algo así podría ser lo siguiente: “esa persona habló mucho durante la plática”; De este modo hacemos una distinción entre la persona y lo que hace.

Nunca sabremos por qué en ocasiones la persona actúa de determinada manera, y en todo caso no podemos juzgar apresuradamente su conducta. Llevando a cabo esto, principiando por nosotros, nuestros hijos aprenderán una importante lección de respeto a las personas y ganarán favor, cuando interactúen con otras personas, al nunca emitir conceptos que dañen a la persona (refiriéndose a ella, sino a lo que hizo). En otras palabras, se estarán describiendo sus hechos, no su carácter.

b) En segundo lugar, corregir oportunamente y con el cuidado y énfasis que lo requiera el hijo.

Es importante aclarar que con lo sugerido en el inciso a) de ninguna manera estamos promoviendo que disculpe usted el comportamiento de sus hijos cuando haya necesidad de confrontarlos por algo que dijeron de manera inapropiada.

Sobre todo porque es deseable que los padres conozcamos a nuestros hijos para identificar la conducta o hechos que sí tienen concordancia con su carácter. ¿Por qué lo decimos? Porque dependiendo de la forma en la que trasmitamos nuestra confrontación, lograremos que nuestros hijos obedezcan o no, lo que deseamos corregir en ellos.

Me recuerda esto, una lección en las Sagradas Escrituras, cuando un sacerdote del pueblo de Dios (Elí), reprendía las conductas de sus hijos de una manera que se sugiere como tibia. La forma en la que hizo la reprensión, no produjo la respuesta favorable de sus hijos, porque no asimiló a su conducta, una reprobación de su persona que concordaba con sus hechos. En otras palabras, sus hechos correspondían con el carácter moral de sus hijos.

Acostumbrémonos  pues, a expresar nuestros sentimientos, sin poner tropiezo a la vida de nuestros hijos.

c) En tercer lugar, practiquemos este principio: Si no vamos a decir algo bueno, mejor no digamos nada.

¿Cómo podemos aplicar esta idea? Hay ocasiones en que el trato diario con nuestros hijos, (de cualquier edad), resulta muy difícil. En situaciones cuando todo parece que está saliéndose de control en alguna situación familiar, es mejor callar.

Inclusive, aun cuando lo que hayan hecho nuestros hijos merezca reprobación total y lo que expresáramos dijera la verdad, pero si lo vamos a decir afectando su persona, siempre será mejor decir: Creo que esto lo trataré contigo después.

Usted se dará cuenta, cómo su hijo aprenderá también algo importante: “La respuesta áspera hace subir el furor, mas la blanda respuesta aplaca la ira.” Su hijo con ese importante ejemplo trasmitido casi sin palabras, aprenderá también el valor de usted como padre y le llevará a tomar ese ejemplo para su vida posterior en su trabajo, en la escuela, en su ámbito de acción. Algo que merece la pena considerar. Este mundo está lleno de violencia.

d) El cuarto punto se refiere a que aun en ocasiones, los padres debemos pedir perdón.

¿Pero cómo esto tendría relación con lo que venimos hablando acerca del dominio propio al hablar? Es de lo más importante, que nuestros hijos vean que sabemos reconocer que hemos sido injustos al juzgar y que les hemos herido con palabras. O que vean que pedimos perdón por haber dicho algo que no era correcto. Es invaluable muestra de dominio propio y de valor mostrar esto delante de sus hijos.

Recordemos que lo que estamos haciendo es mostrar lo que los padres debemos hacer por nuestros hijos para inculcar un estilo de vida que les lleva a ser diferentes en este mundo.

Esto mismo debe operar en sentido contrario, pero como ellos están aprendiendo, debemos motivarlos a que pidan perdón a nosotros de manera importante y a sus hermanos, cuando hayan cometido una imprudencia al hablar, habiéndose afectado la relación familiar.

Del tesoro del corazón salen nuestras palabras
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