Por: Dr. Sergio H. Canavati A.

La Escritura dice: “oídme atentamente”. Dios quiere que escuchemos sus palabras atentamente. Y dice, comed del bien, Dios te ofrece el bien, Dios no te ofrece una vida fracasada, derrotada; una vida llena de depresión, angustia, ansiedad, al contrario, dice, se deleitará vuestra alma.

Aquí encontramos que Dios, que creó el alma, puede llenarla, puede hacer que ésta se deleite, tenga gozo real. El único que puede remediar el problema del alma es Dios, nadie más puede hacerlo.

Yo le doy muchas gracias a Dios por los avances de la ciencia, creo definitivamente en los avances médicos. En mi profesión lo he visto cada día; sin embargo, Dios es la única respuesta para el alma.

El hombre puede curar el cuerpo, el hombre puede hacer maravillosas cirugías láser para corregir la vista, para trasplantar riñones, en fin. Sin embargo, Dios es el único que puede deleitar el alma, que puede saciar el alma vacía.

Y no estoy hablando del cuerpo en este momento, tú lo sabes, estoy hablando del alma, quiero que te enfoques en tu propio vacío, que prestes atención. Tú que te sientes vacío, que te sientes insatisfecho y no sabes por qué estás vacío y por qué estás insatisfecho.

Dice el Señor: “inclinad vuestro oído, y venid a mí”, tal como Jesús dijo, si alguno tiene sed, venga a mí y beba, venid a mí. Los seres humanos estamos tan ocupados hoy en día que no tenemos tiempo para inclinar nuestro oído, para escuchar lo que Dios nos habla en Su palabra preciosa.

Sin embargo, la Palabra de Dios está llena de sabiduría, de consejos, te enseña el camino para poder reconciliarte con Dios, primeramente; te enseña tu necesidad de cambiar y abandonar los pecados que tanto destruyen tu vida: tu egoísmo, tu rebeldía, tu rencor, tu promiscuidad sexual; te enseña también a encontrar en Cristo la paz verdadera que tanto ansía tu alma.

Te enseña a amar a Dios con todo tu corazón, tu alma, tus fuerzas y a tu prójimo como a ti mismo. Y tú necesitas eso realmente, es el remedio para tu alma. “Y vivirá vuestra alma”, continúa diciendo Dios en la Escritura: “vivirá vuestra alma”.

Dios hace vivir el alma cuando el rencor la destruye, cuando la depresión la sepulta en pensamientos lúgubres, tristes, de desaliento y de suicidio. Dios hace vivir el alma que se siente muerta por dentro.

Cuántas personas dicen: me siento muerto, me siento morir, ya no aguanto la vida, ya no puedo enfrentar esta necesidad, esta crisis. Mira que hay respuesta en Dios, Él puede hacer vivir tu alma y llenarte de misericordias.

La misericordia más grande de Dios, es que siendo nosotros pecadores, Él envió a su hijo a morir por nosotros para salvarnos, para destruir la muerte que gobierna nuestras vidas. Cuando no está Dios, el temor a la muerte, el terror, el vacío del alma, Dios lo llena.

Te das cuenta quién creó el alma: Dios creó el alma que nosotros llevamos adentro y Dios nos permite nacer en este mundo, y darnos cuenta del gran vacío que hay dentro de nuestras almas, y no sólo nos da la oportunidad de darnos cuenta, sino nos invita a venir a El abundantemente, venir a Él sin temor, sin miedo, con confianza para encontrar sus misericordias.

Esto es para que nuestras almas puedan encontrar vida y deleite en Dios, y ser libres de esa terrible depresión, vacío y soledad que invade nuestras vidas frecuentemente, sin Él.