VIII. Seguro de sí mismo, capaz de alcanzar retos
Enséñales a sentirse orgullosos de sí mismos, por ser “únicos e irrepetibles”. Que respeten su propia individualidad y aprendan a tener criterio y personalidad, a salir de la manada y tomar sus propios retos.
IX. Con un amplio sentido de humanidad, no material
Todos nosotros, por ser personas, somos más importantes que todas las cosas por valiosas que sean. Que nuestros hijos aprendan que las personas siempre son más importantes que las cosas. Enséñales a ser generosos y altruistas, a olvidarse un poco de sí mismos y pensar en los demás, a dar de lo que de sobra tienen, a compartir lo que tienen, a ayudar a los más necesitados en alegre actitud de servicio.
X. Jamás olvides tu responsabilidad: criarlos con autoridad y paciencia
No permitas a tus hijos que les sea rentable manipularte, sacarte de quicio, chantajearte, obligarte a castigarles o a responderles con actos violentos. Ignórales cuando así se comporten, apártate, tómate tu tiempo y responde siempre con una actitud equilibrada, con calma y dominio de la situación.
XI. Alaba su sinceridad y crecerá su honestidad
Jamás mientas a tus hijos. Sé veraz y auténtico y alábales siempre por ser sinceros, por decir la verdad, aunque las circunstancias no les sean favorables, por haber elegido ser fieles a sí mismos.
XII. Que no sólo aprendan en teoría;
la práctica suele ser más dura pero menos olvidada
Reduce el número de exigencias, mandatos y elimina el autoritarismo. No les agobies ni atosigues constantemente. Permíteles también aprender por sí mismos, de sus propias experiencias
XIII. El que respeta, es respetado también; y el discreto, es digno de confianza
Respeta su intimidad, sus cosas, lo que llaman “su espacio” o deseo humano de estar solo en momentos; enséñale a que también respete a los demás, y aquellas personas, cosas o lugares dignos de respeto; esto incluye que respeten su cuerpo y el de los demás.
XIV. Enfatízale el orden, que aborrezca la mediocridad
Desde pequeños y a lo largo de su crecimiento, se sentirán más a gusto donde hay orden e higiene. Cuando crecen, se vuelven personas triunfadoras porque saben trabajar con calidad y organización.
XV. Una fe sólida, arraigada para toda su vida
Enséñale que, cuando no estés tú, o llegues a faltar algún día, siempre tendrá un Padre a quien recurrir: Dios. Que conozca Su carácter de amor y justicia y pretenda imitarlo. Que conozca Su Palabra, y se arraigue de ella más cada día. Así amará y disfrutará la obediencia.
“Herencia del Señor son los hijos…
como saetas en mano del valiente”
El futuro de tus hijos está en TUS manos…
¿Quiénes serán en el mañana?
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