Por: Dr. Sergio H. Canavati Ayub
Escucha a los científicos de las neurociencias:
“Descuídese a un niño y sus conexiones cerebrales se atrofiarán casi tan rápidamente como se han formado. Es importantísimo nutrir las relaciones sociales; sin ellas, el cerebro no crecerá”.
Debemos detenernos a pensar en las grandes implicaciones de estos descubrimientos. Dios ha dado a los adultos el sorprendente privilegio y la responsabilidad de moldear el cerebro de un niño, nutriéndolo con experiencias vitales positivas. El cerebro muy activo del joven que tenemos a nuestro lado, nuestro hijo, lucha para organizar y procesar pensamientos, con la intención de tomar decisiones correctas en su vida.
En medio de este cúmulo de pensamientos y emociones, naturalmente se siente algo confundido y desconectado el joven, pero aún tenemos la oportunidad de ayudarle a que se aclare esa confusión. Muchas de esas conexiones neuronales pueden desarrollarse con el solo hecho de que se le provea una relación cálida y nutritiva. Las características del padre que provee un ambiente especial para el desarrollo del cerebro de su hijo, es aquél que:
- es amoroso
- sabe darles calor
- les brinda apoyo
- está cercano a ellos
- los instruye
- les premia cuando hacen el bien
- disciplina cuando hacen el mal
- forma y entrena su carácter y emociones
A continuación señalamos una diversidad de enfermedades psiquiátricas en los niños y adolescentes que el día de hoy se han desarrollado de manera impresionante y antes casi no existían:
- Síndrome del Déficit de Atención
- Autismo
- Hiperactividad
- Anorexia
- Depresión y suicidio en los niños y adolescentes
- Trastornos de la ansiedad, o sea emocionales
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