Formemos hijos con virtudes
 

La comprensión o empatía
 

Por: Profr. Roberto Durán

Una explicación sencilla es “ponerte en los zapatos de otro”. Estamos viviendo en un mundo egoísta en el que las personas sólo ven para sí mismas. Cuando una persona vive así, comienza a victimizarse: “pobre de mí, nadie me quiere, nadie se preocupa por mí”. El problema que surge es que se vuelve muy infeliz, amargada o resentida, no sabe relacionarse con otros y comienza a quejarse de todo.

El egoísmo es terrible, porque la única persona que existe, que siente y que merece todo el aprecio es uno mismo. Ese egoísmo no le deja ver a nadie más. Pero la empatía no ve únicamente por uno mismo, sino por las necesidades de otros.

A colación, pongo el ejemplo de una persona que se quejaba continuamente porque no tenía zapatos y porque la vida le había sido contraria. Pero un día, al ver a una persona que no tenía pies, le dio gracias a Dios diciendo: “Gracias porque no tengo zapatos, pero si tengo pies.”

Una persona que no tiene empatía se está quejando por cosas tan pequeñas que las ve como muy grandes; pero cuando ve los problemas y necesidades de otros uno comienza a transformarse. Si comienzas a enseñar a tus hijos la empatía estarás añadiendo un ingrediente muy necesario para que aprendan a ser felices con lo que tienen. Aprenderán a ver las cosas buenas de la vida, no mirándose sólo a sí mismos.

Si usted enseña a sus hijos la comprensión y la empatía, les está enseñando a vivir correctamente, a ver por otros, a tener un corazón para amar a los demás y ver sus sufrimientos. Entonces, la vida se estará viendo desde otro cristal, de una forma completamente diferente. El mundo es egoísta, saque a sus niños de esa condición y enséñeles la virtud de la empatía.

Papá y mamá, ¿viven ustedes quejándose y viendo solamente por ustedes mismos? ¿Viven en un círculo vicioso donde al final se encuentra siempre a usted mismo? Es muy importante que revalore la empatía para darle sabor a su vida y ver las cosas desde otra perspectiva.

Es una virtud que brilla por su escasez, ya que la gran mayoría de las personas centra su vida en vivir para sí mismos y no en ver por otras personas.

La virtud de la fortaleza
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