Formemos hijos con virtudes
 

La generosidad
 

Por: Profr. Roberto Durán

Ser generoso es cuando una persona da de corazón, porque ve la necesidad de otros. Este mundo, tan mal diseñado, siempre te lleva a dar por conveniencia. Por ejemplo, los políticos dan algo a los pobres sólo para que les saquen fotografías, para quedar bien ante los demás y obtener votos, pero cuando no hay cámaras no se preocupan por nadie. Eso no es generosidad, eso es conveniencia.

Cuando hay un interés de por medio no hay virtud alguna. Si te doy porque voy a recibir algo, es más bien un negocio. Esta sociedad, tristemente, está diseñada para hacer negocios, para quedar bien con los demás, para recibir aplausos, para ganar la campaña política, etc. Está totalmente lleno de apariencias.

La verdadera generosidad no tiene qué ver con intereses o con aplausos, sino con el deseo de ayudar al prójimo sin tener beneficio o reconocimiento alguno. La generosidad no es dar solamente, sino extender la mano a la gente necesitada, sabe dar de su tiempo y fuerzas, no buscando beneficio alguno.

Muy pocas personas tienen la virtud de ser generosos. Algunos ‘sacan la bandera’ diciendo: “Yo le doy a mi madre, le doy a mis hijos”. Eso es obligación tuya, es lo que cualquiera haría, pero la virtud de la generosidad tiene qué ver con algo más allá del lazo familiar, tiene qué ver con suplir la necesidad de otro sin recibir nada a cambio.

¡Ojala los políticos y los empresarios fueran generosos! ¡Ojala todas las personas aprendieran a vivir la generosidad! Es algo muy gratificante y que, además, dignifica a la persona. Usted debe invertir tiempo para formar esto en sus hijos, para que espontáneamente puedan dar a otros de lo suyo propio, sin esperar absolutamente nada a cambio.

La paciencia
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