Por: Ing. Gilberto Sánchez
El divorcio es la ruptura del pacto matrimonial. El divorcio tiene por objeto terminar esa relación de compañerismo que fue ratificada delante de la sociedad, delante de una autoridad y de nuestras familias… incluso implica la ruptura de un pacto hecho ante Dios en algunos casos.
Ya no hay pues más pacto de compañía; una de las dos partes participantes en aquél pacto decide ya no seguir con la otra persona; ha interrumpido sus votos o su compromiso.
Es como si dijera a su pareja “ya no quiero ser tu compañero, ya no quiero estar contigo, ya no me interesa nada de lo que tú eres, no hay nada que tú me puedas ofrecer.”
Antes de comenzar a hablar del divorcio y sus efectos, quiero recalcar que me referiré a los divorcios por causas más comunes, como es el adulterio, el abandono, o la conocida “incompatiblidad de caracteres”.
No voy a referirme a los divorcios que tuvieron que surgir de manera indispensable debido a un incesto o maltrato familiar, o causas que ponen en riesgo la integridad de los menores o incluso del cónyuge.
Hay veces que es necesario el divorcio, ni hablar. En Esperanza para la Familia no lo avalamos, pero cada caso es distinto y se tendría que hablar de una manera particular para ver los pros y contras para dar una consejería más adecuada para solucionar el problema.
Lamentablemente hay casos en los que es mejor estar en paz y separarse para tener una vida digna, que seguir sufriendo de una manera humillante.
Pero veamos entonces que, lo que motiva al divorcio en la mayoría de los casos, es una intención egoísta, pues se trata de una persona que ha dejado de amar, que ha dejado su compromiso de compañerismo, de respeto y de fidelidad. Lo ha dejado, en la mayoría de los casos, por buscar sus propios intereses muy por encima de las necesidades de su familia.
Es por ello que cuando hay hijos involucrados en un divorcio, éstos son afectados.
Este es el resultado más lógico pues los hijos son parte de esa institución familiar y cuando uno de los padres abandona el matrimonio, los que se quedan, se quedan heridos. Esto es una realidad. |